Desde chiquito Juan Catorce fue bien "alenta'o" porque se bebía toditos los jarra'os de leche y ni le alcanzaba; el caso es que este muchacho creció tan fornido de beber pura leche que cada mano era tan gruesa y fuerte, tanto que podía con las catorce arrobas que pesaba su "machetico" de ahí que le decían Juan Catorce.
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| Juan catorce, cuento del Testamento paisa |
Un día dejó su casa y se fue a buscar "nuevos horizontes", que no fueron más que aventuras, con decirles que se encontró a dos amigos y los convido a que se fueran con él y en una de esas andanzas llegaron a una villa ¡ay, pero lo que les pasó allí !
¡jumm! Eso si fue miedoso, que no se sabe si lograron salir de ahí o todavía están luchando con el encanto de una culebra con siete cabezas , un enorme toro de patas, cola y cachos de hierro y una gigantona vieja que tenían retenidas a tres princesas en contra de su voluntad y que la fuerza y el buen corazón de Juan Catorce las logró liberar de ese malvado encantamiento.

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